“Playas, discotecas y supermercados” de Massimo Vitali

En la estela de fotógrafos como Thomas Struth, Luigi Ghirri o Andreas Gursky, con los que comparte su sutil sentido del color, Massimo Vitali (Como, 1944) retrata a las muchedumbres de la era moderna, los escenarios del turismo masificado y la extraña soledad de los lugares de esparcimiento colectivo: piscinas de hotel, picnics multitudinarios, playas atestadas, discotecas, pistas de esquí… Hay algo de triste en esas multitudes captadas a vista de pájaro y que Vitali hace convivir frecuentemente con vertederos, polígonos industriales o agresivos complejos hoteleros. Las reflexiones que suscitan estas imágenes de delicado cromatismo son múltiples: el uso estandarizado del “tiempo libre”, la degradación del medio ambiente, las tenebrosas implicaciones que revisten el moderno concepto de “vacaciones”, asociado a términos como “todo incluido” o “paquete viaje”.

Fecha: Del 23 de mayo al 28 de julio de 2006

Lugar: Galería Senda, C/ Consell de Cent 337, 08007 Barcelona

Precio: Entrada gratuita

Exposició de Paco Ontañón

La Vitrina del Fotògraf del Palau Robert acull l’obra de Paco Ontañón, un fotògraf que destaca per la seva tasca professional al costat de Félix Rodríguez de la Fuente i per la seva col·laboració en els Jocs Olímpics de Barcelona 92, que finalment es va traduir en el llibre oficial que es va publicar. La fotografia de Paco Ontañón prové de la fam, com el propi autor indica, i del desig d’explicar la vida dels més dèbils, un món que li era molt familiar. També ha treballat amb periodistes i escriptors destacats (com ara Joan Perucho, Rosa Montero, Miguel Delibes o Fernando Fernán Gómez) i ha tocat totes les especialitats del reporterisme, la premsa rosa inclosa.

Data: Del 8 de juny al 16 de juliol de 2006
Lloc: Palau Robert – Pg Gràcia, 107 08008 Barcelona
Preu: Entrada gratuita

“La primera hostia” de Olaf Pla Gracia

En las fechas próximas al mes de mayo, los niños y niñas de una edad bastante concreta se preparan para recibir su primera eucaristía, una vivencia que nos recuerda cierta pureza espiritual todavía no maleada. Todos hemos sido niños. En esta etapa el carácter y la forma de relacionarnos con el mundo empiezan a perfilarse a través de los juegos, donde, poco a poco, se verán reflejadas las actitudes vitales de cada uno; habrá quien sepa aceptar una derrota, quien sepa ganar con humildad, quien haga alguna trampa y también quien respete las reglas del juego y al rival, sin el que no hubiera sido posible ganar. Porque ¿qué es la vida sino un juego?

Conservar ese niño que todos llevamos dentro y que en su día nos hizo disfrutar tanto con aquella imparable capacidad de asombro importa mucho para seguir en la brecha. En este sentido, se revela muy acertado un pensamiento que proviene del ambiente del rugby, donde se dice que no dejamos de jugar porque nos hacemos mayores, sino más bien, que nos hacemos mayores porque dejamos de jugar. Y es que, que yo sepa, aún no se ha descubierto el elixir de la eterna juventud. Seguramente cuando veáis estas instantáneas de nuestra niñez contrastadas con fotos más actuales, no podréis evitar sonreír, sobre todo si entre ellas reconocéis a Loquillo, Alberto García Alix o Manel Esclusa. Es un buen ejercicio de madurez ver cómo y quiénes éramos por entonces, y cómo y quiénes somos ahora.

Más allá de las fotos de comunión, esta muestra nos conecta el lado más entrañable de nosotros mismos, con los chicles bazoka, con las canicas y con la charranca. Nos hace recordar a todos “el cole”, la merienda, los juegos de niños en la plaza o en la calle. Y de pronto, un día te encuentras de golpe y porrazo jugando a ser mayor, algo que nunca hubieras pensado, echándote el “rollito” con el cigarrillo como objeto sustitutivo del yo-yo y a punto de recibir, en cuanto te descuides, la primera decepción de tu vida. Pero permitidme dar un toque de humor a este escrito y mostraros estas fotos con nuestras caras angelicales sin saber qué se nos venía encima, y que representan el momento en que dejamos la infancia para entrar en la adolescencia, edad en la que inevitablemente sufriremos ese primer golpe bajo y que vulgarmente conocemos como “la primera hostia”.

Fecha: Del 1 de junio al 30 de junio de 2006

Lugar: Galeria H2O, C/ Verdi 152, 08012 Barcelona

Precio: Entrada gratuita

Una de fotos… con palabras

A la gente de Getty Images se le ha ocurrido un proyecto llamado “Change Me” (atención antiflasheros: la web está enteramente en flash) para recaudar fondos para una ONG que combate el SIDA, la tuberculosis y la malaria: se trata de rebuscar entre su banco de imágenes hasta encontrar una foto que te diga algo; escribir unas palabras y enviarlo.

Por cada par mensaje+foto donarán 10 dólares a Friends of the Global Fight. Casi no hay ni que mover ni un dedo, así que no tenéis excusa…

Exposición “Sin límites. Fotografías de la colección de la Fundação de Serralves”

La historia de la fotografía se escribe diferente desde que, en los años 60, se desarrollara el movimiento conceptual. A partir de ese momento, se abandonaba la tradición y las imágenes saltaban del marco para plasmarse en nuevos soportes: vídeo, fotomontaje, piezas múltiples… Los artistas trazaban un nuevo diálogo con la realidad, en el que la naturaleza ganaba importancia y se iniciaba una crítica hacia los modelos sociales imperantes.

En Portugal, artistas como Jorge Molder (1947), Helena Almeida (1934), Paulo Nozolino (1955) y Augusto Alves da Silva (1963) son herederos de ese movimiento. Sus obras forman parte de la colección del Museu de arte contemporânea de la Fundação de Serralves, una de las más importantes de arte contemporáneo internacional, con sede en Oporto. La muestra “Sin límites. Fotografías de la colección la Fundação de Serralves”, comisariada por João Fernandes, director del Museu, permite descubrir algunas de ellas, al lado de piezas de artistas internacionales como Dan Graham (1942), Christian Boltanski (1944), Gilbert & George (1943, 1942) y Gordon Matta-Clark (1943-1978).

Las obras que pueden verse en esta muestra, pues, pertenecen a artistas consagrados junto a otros más jóvenes cuya obra se desarrolla en los mismos términos conceptuales. No es, sin embargo, una exposición cronológica, sino que se ordena según dos ejes temáticos: la relación entre arte y paisaje y la crítica de los modelos sociales. Todas ellas, además, se interrogan sobre la realidad ejemplificando diferentes modos de verla. Y todas ellas comparten dos características esenciales: la mezcla de técnicas y las composiciones múltiples.

Fecha: Del 31 de mayo al 16 de septiembre de 2006

Lugar: Fundació Foto Colectania – C/ Julián Romea, 6, D2, 08006 Barcelona

Horario: De lunes (tarde) a sábado de 11h a 14h y de 17h a 20.30

Precio: Entrada gratuita

Técnica de “Paso alto”

El otro día en la quedada que hicimos en Barcelona estuvimos hablando de cámaras, objetivos, técnicas utilizadas en Photoshop, etc. Uno de los temas fue el del enfoque, la falta de enfoque y cómo corregirlo o mejorarlo.
Yo utilizo dos técnicas. Una es la máscara de enfoque (Filtro/Enfocar/ Máscara de enfoque…) y la otra la de Paso Alto.
Sobre ésta trata este post, enfocar utilizando el filtro de “Paso alto”.

Técnica de “Paso alto”

Abrimos la foto. Para realizar la técnica del “Paso alto” primero en la paleta CAPAS, seleccionamos “Fondo” y la duplicamos. A la nueva capa la nombramos “enfoque paso alto”.

Técnica del "Paso alto"
Técnica del "Paso alto"

El segundo paso a realizar es el siguiente:
Seleccionamos la nueva capa “enfoque paso alto” y vamos a FILTRO/OTROS y allí encontramos PASO ALTO.
En Radio le damos entre 5 y 10 px. según el caso.

Técnica del "Paso alto"

Luego en la paleta CAPAS seleccionamos “luz intensa” – “luz suave” según el caso y en el selector de opacidad le bajamos de 100 % a un valor entre 20 y 70, este valor depende de la imagen que estemos trabajando.

Técnica del "Paso alto"

Listo. Ya tenemos el Paso Alto realizado.

Técnica del "Paso alto"

Una de las diferencias de este enfoque respecto a la máscara de enfoque, es que ésta aumenta el ruido.
En algunas fotos suelo duplicar estos efectos y los voy trabajando por separado. Capa a capa. Voy combinando unas con otras, borrando con la goma (goma pincel aerógrafo bajando o subiendo opacidad) las zonas que no me interesa realizarle el enfoque y dejando sólo las zonas de la foto que quiero enfocar o resaltar.
Espero haberme explicado y que este post les sea útil.

Ganadores de los premios Photobloggies 2006

Organizados por Brandon Stone, Jake Dobkin y Rannie Turingan, los premios Photobloggies destacan los mejores fotoblogs de cada año. El pasado domingo se anunciaron los ganadores de este año en un encuentro de fotobloggers en Toronto.

Qué os parecen los ganadores ?

Notas sobre gestión de color (IV): RAW, ProPhoto y más allá

¿Listos para un último capítulo de las aventuras y desventuras del color?

Cerré la tercera parte promocionando el uso de Adobe RGB o sRGB según la finalidad a la que queramos destinar las fotografías, y advirtiendo que todas mis explicaciones presuponían que el lector utiliza el formato JPG para sus fotos. Sin embargo, como sabréis todos los que usáis una réflex digital, también es posible guardar las imágenes en formato RAW (o en RAW y JPG simultáneamente).

La ventaja obvia del formato RAW es que es un archivo con mucha más información. No sabría explicarlo resumidamente, pero me imagino un saco más lleno de ceros y unos. Si un archivo JPG utiliza tres canales de color (RGB) y para cada uno de ellos puede especificar 256 valores, un archivo RAW tiene más de 65.000 valores posibles por cada canal. Si hacemos cuentas… un archivo JPG de 8 bits puede representar 16,7 millones de colores, pero un archivo RAW, con sus 16 bits, puede representar más de 280 trillones de colores. Interesante, ¿verdad?

En realidad no es del todo cierto. La mayoría de chips de los sensores actuales no son capaces de capturar 16 bits, sino que capturan 12 o 14 bits. Pero aun así, sigue siendo mucha información. En cualquier caso, Photoshop ofrece dos modos de gestionar los archivos de imagen: el modo 8 bits y el modo 16 bits (menú Imagen –> Modo). El razonamiento subsiguiente es que podríamos abrir un archivo RAW en Photoshop aprovechando esos 16 bits de profundidad.

Cuando abrimos el archivo RAW en CameraRaw (Photoshop), podemos especificar la profundidad de color y el espacio de color deseado:

RAW

Y si volvemos al concepto de los espacios de color, recordaremos que Adobe RGB es más amplio que sRGB… y ahí es donde entra en juego el formato RAW. Podríamos abrir un archivo RAW aprovechando los 16 bits en el espacio de color Adobe RGB. El espacio “vacío” que quedaba entre tono y tono de color en un archivo JPG estará “relleno” de datos gracias a los 16 bits del archivo RAW. Dicho de otro modo, si queremos aprovechar la amplitud de Adobe RGB, vale la pena hacerlo con archivos de 16 bits, ya que nos darán un mayor margen de maniobra para editar las imágenes sin problemas de posterización ni bandas y para reproducir múltiples tonos y matices intermedios.

Si aplico el mismo ajuste de niveles a una imagen en JPG y después a su equivalente en RAW, el histograma del JPG nos muestra “cortes” de información perdida, mientras que el histograma del RAW sigue teniendo datos de sobra:

Levels 8 bit

Sin embargo, ahí no termina todo: existe otro espacio de color del que no he hablado hasta ahora. Se llama ProPhoto, y es monstruoso. Es increíblemente amplio; tan amplio que abarca colores que el ojo humano no es capaz de ver. Esa es la mala noticia. La buena noticia es que es tan grande que abarca prácticamente todos los colores que el sensor de la cámara es capaz de captar. ¿Qué significa eso? Que si tenemos los medios para reproducir esos colores (principalmente en forma impresa), el uso de ProPhoto nos ofrece una paleta aún más extensa. Pero no sólo eso: nos garantiza un margen de maniobra aún mayor para manipular las imágenes. Ojo, también significa que los resultados pueden parecer horribles cuando se llegan a usar esos colores invisibles para el ojo humano (e irreproducibles por la mayoría de medios), por lo que es un espacio de color que hay que usar con cautela.

RAW

Recordemos que ProPhoto fue creado pensando en esos 16 bits de color, por lo que no tendría ningún sentido procesar una imagen JPG de 8 bits en el espacio de color ProPhoto -los “saltos” vacíos entre colores serían tan evidentes que la imagen rápidamente quedaría llena de bandas y efectos de posterización. Hoy en día, el uso de ProPhoto puede parecer como llevar una prenda dos tallas grande, ya que las gamas de color que pueden reproducir los medios a nuestro alcance son relativamente reducidas. Sin embargo, eso no significa que en el futuro la tecnología no avance lo suficiente como para poder reproducir todos esos colores en pantalla o en forma impresa.

En cualquier caso, lo interesante de disparar en formato RAW es que la información está ahí, pero no tenemos por qué usarla si no queremos. Cuando abrimos el archivo RAW podemos elegir si queremos hacerlo en modo 8 bits o 16 bits, con sRGB, Adobe RGB o ProPhoto (por eso decía en el primer capítulo que es irrelevante la selección de un espacio de color en la cámara si usamos archivos RAW; el perfil elegido solamente se incrustará en los archivos JPG).

Una vez dicho todo esto, debo recordar que si tu objetivo es publicar las fotos en Internet, tal como están las cosas tendrás que terminar aterrizando en sRGB. No importa si disparas JPG o RAW, o si editas tus fotos en Adobe RGB. Para publicarlas en la red hay que limitarse al mínimo común denominador, que por ahora es sRGB (recuerda, en Photoshop, el último paso es Editar –> Convertir a perfil).

La otra mala noticia es que los monitores actuales son bastante limitados en lo que se refiere a gama de colores reproducibles. Como ya dije el otro día, la gran mayoría apenas cubre el espectro de sRGB. En el mejor de los casos, pueden cubrir todo el espectro de Adobe RGB, pero estamos hablando de monitores muy caros (sobre los 6.000 euros). Me imagino que la tecnología irá evolucionando, pero no puedo dejar de preguntarme entonces qué sentido tiene trabajar con tantos bits de información y espacios de color tan maravillosamente amplios si el dispositivo que usamos como interfaz, el monitor, no puede estar a la altura. ¿Cómo puede ser que tengamos que ir a ciegas con el aparato que se supone es nuestros ojos para presentar la información digital? Naturalmente, que el monitor no pueda reproducir un determinado color no significa que esa información no esté ahí (y con ello volvemos sobre la paradoja de estar realmente viendo lo que creemos ver); si está bien ajustado y calibrado, el monitor siempre hará lo posible por mostrar el color más parecido a aquel que no puede representar.

En definitiva, mi conclusión en materia de gestión de color es que no es una ciencia exacta. Por mucho que intentemos tener bajo control las distintas representaciones del color de una imagen, éstas siempre variarán -en mayor o menor medida- en función del dispositivo de salida (monitor, impresora). Pero no por ello el tema es menos interesante. Si queréis más información, sólo tenéis que buscar las palabras mágicas en Google -seguro que encontraréis a otra gente que lo entiende y lo sabe explicar mucho mejor que yo.

Exposición de Eugenia Ortiz

Los fotógrafos que quieren destacar en nuestros días suelen basarse en dos premisas: el rechazo por parecerse en algo a lo que se ha hecho antes y la obsesión por captar el instante. Eugenia Ortiz, en cambio, apuesta por ofrecer imágenes en las cuales los instantes sucesivos han ido superponiéndose, por medio de largas exposiciones, en una sedimentación de momentos. El uso de una cámara estenopeica da a su obra un aire misterioso y onírico, con cierto regusto a historia de la fotografía.

Eugenia Ortiz

Fecha: Hasta el 20 de Junio del 2006
Lugar: Galeria Contrast, c/ Consell de Cent, 281, 08011 Barcelona
Precio: Entrada gratuita

Notas sobre gestión de color (III): sRGB vs RGB

Ya hemos dicho que la diferencia entre los dos espacios de color independientes de dispositivo, sRGB y Adobe RGB, es que uno es más amplio que el otro. Adobe RGB abarca una gama más amplia de colores, aunque no tiene más colores que sRGB. Entonces, ¿con cuál hay que quedarse? Depende de para qué lo vayamos a usar, y en qué contexto.

Supongamos que tengo una cámara réflex y guardo mis imágenes en formato JPG con el espacio de color Adobe RGB. Voy a Photoshop (en el que he configurado Adobe RGB como espacio de trabajo) y abro una imagen. La edito y la dejo a mi gusto aprovechando la amplitud de la gama de Adobe RGB. Soy feliz. Bien. Voy a publicarla en mi fotolog, y para ello uso el comando Archivo –> Guardar para Web. ¡Horror! Resulta que ese verde tan fantástico y saturado de las hojas de los árboles ha quedado apagado y feo. Cuando quiero guardar para Web desde Photoshop, parece que los colores de las imágenes cambian. ¿Por qué?

Porque resulta que Photoshop es un programa muy listo, consciente del color (color aware), mientras que Windows, y por extensión los navegadores, son muy tontos y no son conscientes del color. Dicho de otro modo: Photoshop es capaz de interpretar los valores de color de cada foto según su perfil de color incrustado -esa “chuleta” de la que hablé anteriormente. Photoshop abre una imagen, mira su perfil de color y dice: “bien, esta imagen está en el espacio de color Adobe RGB”, y nos muestra los colores que realmente tiene. Sin embargo, un navegador (no importa si es Explorer, Firefox u Opera) no tiene esa capacidad.

Ergo mi fantástica imagen en Adobe RGB no será interpretada por el navegador de ninguna forma: se mostrará en el espacio de color propio del monitor. Dado que la misma combinación numérica de rojo, verde y azul equivale a dos tonos de color distintos en Adobe RGB y en el espacio de color del monitor, los colores que vemos en pantalla no serán los mismos. La consecuencia es que si guardamos una imagen Adobe RGB tal cual, y la publicamos en Internet, quedará con unos colores apagados -cuando en realidad sus colores son mucho más vivos. Los valores numéricos subyacentes de la imagen son los correctos para Adobe RGB, pero el intérprete (el navegador) que la muestra no sabe hablar ese idioma.

La única excepción a esta regla es Safari para Mac, un navegador color-aware que interpreta correctamente los perfiles incrustados en las imágenes. Existe una versión beta de Safari para Windows que también gestiona correctamente perfiles ICC.

Solución: muy sencillo. Antes de guardar la imagen para Web, hay un último paso necesario. Debemos convertir el perfil de la imagen a sRGB. Desde Photoshop CS2, vamos a Editar –> Convertir a perfil y seleccionamos como perfil de destino sRGB. Como rendering intent suele utilizarse el relativo colorimétrico.

Convert to profile

En realidad, lo que hace esta opción es cambiar los datos de la imagen a fin de que tenga el aspecto más similar posible en el espacio de destino al que tenía en el espacio de color de origen.

sRGB es realmente una especie de mínimo-mínimo común denominador, que permite que -más o menos- nuestras imágenes se vean igual en cualquier navegador y en cualquier monitor, aunque no estemos dentro de un software “consciente del color”. ¿Por qué? Porque (atención, esta es buena) resulta que los espacios de color de los monitores suelen ser muy similares al espacio de color sRGB. sRGB abarca grosso modo la misma gama de colores que pueden representar la mayoría de monitores, por lo que compartir imágenes en la Web en sRGB viene a ser una apuesta segura.

Entonces, para publicar imágenes en Internet no parece tener mucho sentido usar Adobe RGB, ya que de todos modos, al final del proceso, tendremos que convertir los datos a sRGB. A priori, pues, puede parecer mucho más cómodo trabajar siempre en sRGB, desde la propia cámara, pasando por Photoshop y hasta el navegador.

Sin embargo, esta afirmación tampoco es del todo cierta. Sabemos que Adobe RGB es un espacio más amplio (aunque no tenga más colores), por lo que si guardamos las imágenes de la cámara en Adobe RGB siempre partiremos de un “negativo” con más gama de colores posibles. El sensor de la cámara puede captar una gama amplísima de colores, y no parece muy lógico pedirle que tire la mitad de información a la basura. Siempre estamos a tiempo de reducir esa gama en el último momento para publicar la foto en Internet, mientras que no es posible realizar la conversión a la inversa. Si la imagen de partida es sRGB, nunca podrá abarcar esos colores de más que ofrece Adobe RGB, aunque convirtamos su perfil a posteriori, porque esa información no existe en el archivo de partida. Como dice un dicho catalán: “d’on no n’hi ha, no en raja“. Es decir, si partimos de una imagen sRGB, nos estamos limitando desde el principio… ¿pero para qué nos servirá Adobe RGB si en Internet nunca podremos usarlo?

Recordemos que se pueden hacer otras cosas con las fotos además de publicarlas en Internet. ¿O es que ya nadie piensa en las copias? Podemos imprimir nuestras fotos en nuestra impresora casera. Y la buena noticia es que la mayoría de impresoras de inyección de tinta SÍ pueden representar una gama de colores más amplia que sRGB. En ese caso, si partimos de una imagen en Adobe RGB, en la copia impresa podremos reproducir una gama de colores más intensos, más vivos y más saturados de los que nunca veremos en pantalla. Conclusión: si quieres imprimir tus fotos con una impresora doméstica, es más recomendable utilizar Adobe RGB. [La gestión de color para la impresión es otro tema aparte, del que también puedo hablar si alguien está interesado].

Ahora bien, hay un pero: a raíz del boom de la fotografía digital, la mayoría de laboratorios fotográficos trabajan única y exclusivamente con imágenes sRGB. Si vas a llevar tus fotos al Corte Inglés, a Fotoprix o al Carrefour… mejor usa sRGB. La excepción son las grandes imprentas offset u otros sistemas de reproducción, que sí trabajan con Adobe RGB -o CMYK.

Conclusión resumida:

  • Si no quieres complicarte la vida, ni comprar un sistema de calibración de tu monitor, y sólo pretendes usar tus fotos en Internet (o imprimirlas en laboratorios), utiliza sRGB. Es un mínimo-mínimo común denominador que te asegura que lo que veas en tu monitor, lo que vean los demás en sus respectivos monitores, y lo que te devuelvan impreso en el laboratorio tendrá -más o menos- el mismo aspecto.
  • Si quieres tener un mayor control lo que ves en todo momento, si ya te has animado a calibrar tu monitor, y además de publicar tus fotos en Internet quieres imprimirlas -ya sea en laboratorios o en casa-, utiliza Adobe RGB. Con Adobe RGB partirás siempre de una gama de colores más amplia, y no te perderás nada. Siempre estás a tiempo de convertir el perfil de la imagen a sRGB en función del uso que quieras darle.

Para todas estas explicaciones parto de la premisa de que estarás trabajando con archivos JPG directamente sacados de la cámara; es decir, estarás manejando archivos de 8 bits, con un máximo de 16.7 millones de colores. Pero el uso de Adobe RGB como espacio de trabajo presenta otra ventaja cuando lo combinamos con un gran invento: el formato RAW. Aunque el espacio de color Adobe RGB no nos ofrezca más colores que sRGB, el formato RAW sí que nos ofrece más colores: tendremos 16 bits en lugar de 8 bits de información, por lo que se rellenarán esos “saltos” de un color a otro en ese espacio más amplio de Adobe RGB. Pero de eso me ocuparé en el próximo capítulo…

Notas sobre gestión de color (II): espacios

El otro día hablé de la importancia de perfilar el monitor para controlar el aspecto de las imágenes, y hoy pretendo ahondar en la definición de perfil de color, espacio de color y modelo de color.

Veámoslos de mayor a menor: todos nuestros aparatejos electrónicos (el escáner, el ordenador, la cámara…) se basan en el conocido sistema de combinar valores de rojo, verde y azul (red, green y blue, de ahí RGB) para crear todo el espectro de colores posibles. Es decir, todos hablan un mismo idioma: se basan en el modelo de color RGB. Ahora bien, cada uno tiene su propio espacio de color. Un espacio de color es una instancia del modelo de color que define los colores concretos que obtendremos por cada combinación numérica de rojo, verde y azul; asigna a cada color concreto un valor concreto, por ejemplo: R:255 G:255 B:0 es amarillo. Un perfil de color viene a ser como una “chuleta” que el ordenador utiliza para interpretar cada espacio de color (obviaré la forma en que lo hace porque ni yo acabo de entenderlo).

Lo interesante de los espacios de color es que cada dispositivo tiene el suyo propio. Así, cada monitor tiene un espacio de color único, lo mismo que cada escáner o cada impresora. Perfilar el monitor, pues, no es otra cosa que crear una chuleta que le dice al ordenador lo que necesita saber sobre el espacio de color del monitor en cuestión. Todos los perfiles se crean conforme a una especificación del International Color Consortium o ICC -de ahí que se les conozca como perfiles ICC. Sin embargo, existen otros espacios de color que son independientes del dispositivo, y probablemente los dos más conocidos son Adobe RGB y sRGB. Estos espacios independientes de dispositivo se utilizan a modo de mínimo común denominador para que todos podamos ver lo mismo. Me explico: dado que mi monitor y tu monitor tienen espacios de color diferentes, veríamos la misma imagen de forma distinta. Sin embargo, si la imagen tiene asociado un perfil de color basado en un espacio de color “universal” (como sRGB o RGB), aunque ambos veamos la misma imagen a través de dispositivos distintos, los valores del color se interpretarán igual.

Cualquier archivo JPG que utilice como espacio de color Adobe RGB o sRGB se basa en el modo de 8 bits, por el que cada tono de color se define mediante un valor comprendido entre 0 y 255 para el rojo, otro para el verde, y otro para el azul. Al multiplicarlos por cada canal (256 x 256 x 256) se obtienen 16.7 millones de colores posibles. Dicho de otro modo: tanto Adobe RGB como sRGB permiten representar 16.7 millones de colores; ni uno más, ni uno menos. Los valores numéricos que utilizan para representar los colores son exactamente los mismos. Y bien, ¿qué diferencia hay entre ambos? Pues que uno es más amplio que el otro: RGB es más amplio que sRGB. Es un concepto que a primera vista me costó comprender, pero creo que no hay otra forma de decirlo. Y para muestra, un botón:

rgb vs. srgb

La “masa” de color más pequeña es el espacio de color sRGB, mientras que la masa gris que la envuelve es el espacio de color Adobe RGB 98.

Sin embargo, y esto es importante, hay que recordar que aunque Adobe RGB es más amplio, no tiene más colores que sRGB. Ambos espacios pueden representar 16.7 millones de colores, sólo que Adobe RGB puede representar una gama más amplia de verdes, azules o rojos. Ergo el espacio entre cada tono de color es mayor en RGB que sRGB, por lo que hay “saltos” más grandes de un tono a otro. Supongamos que sRGB pueda representar 6 tonos diferentes de naranja. Adobe RGB sólo podrá representar 3 tonos de naranja, pero a cambio llegará a 3 tonos de rojo que no existen en sRGB. Si volvemos a la explicación numérica, quizás resulte más sencillo de entender: la misma combinación numérica equivaldrá a un color diferente en RGB o sRGB.

Por ese motivo, porque RGB abarca una gama más amplia de colores (y en consecuencia ofrece un mayor margen de maniobra a la hora de editar las imágenes), se suele recomendar utilizar Adobe RGB como espacio de trabajo en Photoshop. Para hacerlo, deberemos acceder a Edit –> Color Settings:

Photoshop working space

Pero atención, de nada nos sirve usar Adobe RGB como espacio de trabajo en Photoshop si las imágenes que saca nuestra cámara no usan el mismo espacio de color. Todos aquellos que usamos una réflex digital tenemos la posibilidad de determinar en la propia cámara el espacio de color que queremos asignar a las imágenes que disparamos. La mayoría de modelos ofrecen una opción de menú para especificar el espacio de color, aunque únicamente afecta a las imágenes en formato JPG.

Esto es importante, ya que al disparar en RAW no es relevante la selección del espacio de color en la cámara. Dado que RAW es el formato “crudo” de la cámara, podemos asignar libremente el espacio de color al abrir el archivo en el programa conversor de RAW. Volveré sobre esto en un futuro capítulo…

Recapitulemos los aspectos prácticos:

  • Cada imagen que sale de la cámara lleva incrustado un perfil de color, que puede ser sRGB o Adobe RGB. En las compactas digitales suele ser siempre sRGB, sin posibilidad de cambiarlo. En las réflex, podemos elegir.
  • Si guardamos nuestras fotos de la cámara como Adobe RGB, el espacio de trabajo (working space) más adecuado para Photoshop es Adobe RGB. Si sólo manejamos imágenes sRGB, podemos usar sRGB como espacio de trabajo.
  • Photoshop working space

  • Si utilizamos diferentes cámaras o diferentes fuentes de entrada de imágenes (escáner), para asegurarnos de respetar los perfiles incrustados de cada imagen, en la sección Color Management Policies, elegiremos Preserve Embedded Profiles. De este modo se respetará el espacio de color de cada imagen independientemente del espacio de trabajo elegido.

La consecuencia negativa de la amplitud del espacio Adobe RGB (siempre que nos mantengamos en el terreno de los archivos JPG de 8 bits) es que, si aplicamos cambios fuertes a una imagen Adobe RGB al editarla, es posible que aparezcan problemas de bandas o posterización (porque Adobe RGB no puede representar tantos tonos intermedios como sRGB). Por su parte, dado que el espacio sRGB está más comprimido, ofrece una mayor gama de matices dentro de su limitación. Entonces, ¿cuál es mejor? ¿sRGB o Adobe RGB? ¿Qué consecuencias tiene el uso de uno u otro para publicar imágenes en Internet o para imprimir copias? La respuesta, en una próxima entrega.