Sergi Reboredo (Barcelona, 1971) estudió en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya entre el 1998 y el 2001, especializándose en fotoperiodismo y fotografía de viajes.
Sus trabajos sobre problemáticas sociales le han valido diferentes premios y reconocimientos en conocidos certámenes, entre otros, el Premio Internacional de Fotografía Rafael Ramos García 2004. Actualmente trabaja como colaborador en la agencia EFE e imparte cursos de fotografía.
Las imágenes de este post forman parte del libro Barcelona 2004 como mentira!, en el que el autor, junto al periodista Manuel Trallero, destruye la idea de una Barcelona idílica a partir de reportajes sobre aspectos conflictivos de la ciudad condal: el mundo de la droga en Can Tunis.
El corredor de la Muerte
Bienvenidos al infierno, pasen por favor, y vean el horror… eso si pueden. Aquí están los apestados del siglo XXI, recluidos en su lazareto, ahí yacen en este pozo negro, en este agujero sin fondo, estigmatizados para siempre jamás. Están ahí, pero ya no están. Aquí no hay billete de vuelta, ni viaje de regreso, es el final de trayecto, la estación final, la última parada. Han dejado de ser, han sido dados de baja como personas, borrada su condición humana, quitados de en medio, puestos fuera de circulación, apartados de la vista, excluidos de las estadísticas. Son muertos en vida, porque aquello que no se ve es por la poderosa razón de que ya no existe. Una lógica diabólica, criminal.
Fueron llegando como zombis, salidos de un vídeo clip de Michael Jackson, tambaleándose, caminando por entre una alfombra de jeringuillas y un mar de desperdicios, mezclado con lodo, charcos de agua y sus propias defecaciones. Al fondo unos colchones por el suelo, un sofá desvencijado, una caseta de perro, bajo una pintada que reza «La fuerza está en ti. Dios te quiere libre»: Aquí vamos, sobre todo, de speed-ball, un combinado a base de heroína blanca y cocaína, a cinco euros la dosis…
La chica, una italiana de apenas diecisiete años, se acicala tras la ducha. Ésta es tierra de misiones. Para que puedan ducharse una vez a la semana, ha sido preciso el concurso de tres ONG distintas, una que pone el personal, Médicos Sin Fronteras, otra ABD, que se encarga del transporte, y una tercera, Arrels, que presta el local.
La señora Felisa quiere hablar conmigo. Es la máxima responsable de ABD, otra ONG, que acude todas las mañanas con su correspondiente furgón a realizar un trabajo semejante al que realiza Médicos Sin Frontera por la tarde. Sin embargo, se trata de una ONG un poco especial, porque ha ganado un concurso convocado por el Ayuntamiento. La buena mujer está preocupada y me cita en su despacho. El motivo de su angustia es saber lo que voy a escribir, sobre todo me ruega, casi me implora, que no diga ni una palabra de «la carpa», un establecimiento por lo visto semiclandestino. Se trata de una tienda de lona, en cuyo interior, con asistencia sanitaria, los usuarios proceden a inyectarse.
No podemos seguir, aún diría más, no debemos continuar por más tiempo. Es el final. Llegamos haciendo las fotos a hurtadillas, a escondidas, y nos vamos reclamándole a Sergi que les haga una última foto, la de la despedida.
Le han quitado la custodia de su hija, a la que tienen ingresada en un centro de la Generalitat. Pero ella enseña ufana su retrato. Ha encontrado pareja, y la vida sigue.
Para nosotros nada será igual… Pero la vida sigue, ¡no?, habíamos quedado en ello.
Manuel Trallero
Textos extraídos del libro Barcelona 2004 como mentira!