El centre cívic Pati Llimona inaugura el proper dimarts 13 de gener a les 19.30 h l’exposició «Planetes Singulars» de la fotògrafa Júlia Potrony.
El primer «little planet» conegut és el de la il·lustració del conte “El petit príncep”, d’Antoine de Saint-Exupéry. Abans del naixement de la fotografia digital els little planets només podien ser dibuixats a partir de la imaginació dels seus autors. Actualment, la tècnica fotogràfica i el software informàtic permeten recrear al nostre gust aquests planetes singulars.
Un little planet és el resultat d’un conjunt de fotografies que formen una panoràmica de 360º vertical i una d’horitzontal, de manera que es cobreix tot l’angle de visió possible. Així doncs, a partir del que retrata la càmera, podem transformar la visió tradicional d’un paisatge en un planeta sorprenent. Algunes de les coses que captiven dels little planets són la realitat esbiaixada que presenten, el format panoràmic que, paradoxalment, acaba sent quadrat, la seva dimensió fantàstica i, sobretot, la mirada diferent que ofereixen.
Aquesta exposició consta de planetes de paisatges rurals i urbans, d’exteriors i d’interiors. Els little planets exposats estan formats per un mínim de 40 fotografies (Bosc urbà) i un màxim de 230 (Pínscnic gegant).
Data: Del 13 de gener al 6 de febrer de 2015
Lloc: Centre Cívic Pati Llimona, C/ Regomir 3, 08002 Barcelona (mapa)
Preu: Entrada gratuïta
Durante más de un año, el fotoperiodista visitó más de cincuenta países y trajo esta colección de imágenes de niños y niñas en sus hogares y vecindarios con sus más preciadas posesiones: sus juguetes. De Estados Unidos a India, de Malawi a China, de Islandia a Marruecos, etcétera, Galimberti registra en este trabajo la natural y espontánea alegría común en los niños a pesar de sus diversos contextos. Bien se trate de toda una flota de perfectas réplicas de coches en miniatura, o simplemente de un único y viejo mono de peluche, Galimberti logra captar el orgullo de sus propietarios de forma conmovedora, divertida, y también reflexiva.
Al reunir tal variedad de trabajos, la muestra “Elegías fotográficas” nos permite iniciarnos y a la vez ahondar en el trabajo de Urbina, un trabajo marcado por una determinada concepción de lo fotográfico como herramienta narrativa para contar la historia o las historias. de espíritu rastreador, Urbina indaga y discurre por el entorno que habita y atrapa en sus instantáneas historias características del mundo que le rodea. Desplegando una narrativa marcadamente poética en la línea de algunos clásicos de la fotografía de la segunda mitad del siglo xx, urbina cree firmemente en la cualidad inductiva de las imágenes y, por ello, considera la fotografía como una gran aliada de las fuentes escritas. Como dijera Didi-Huberman, las imágenes atesoran para Urbina la capacidad de desvelar, en cierto modo, lo real.
Las piezas en blanco y negro, muestran imágenes semi-abstractas, que son primeros planos de trazos realizados en las paredes, techos y pisos de algún recinto. A simple vista nos parece estar ante una composición de texturas y claro-oscuros, a través de las cuales la artista muestra su habilidad con la cámara; pero la fragilidad de estas grandes piezas sobre papel de periódico contrasta con la dureza del contenido. Las imágenes son rastros y huellas dactilares hechas por mujeres y niños que fueron confinados y torturados en la muy temida Amna Suraka (Seguridad Roja) cárcel de la ciudad de Halabja en el de Kurdistán iraquí.
Pero la mirada atenta y sagaz del artista no está limitada al momento en la que realiza el disparo o procesa el material, sino que su trabajo crece desde y a través del espacio. En sus presentaciones recurre a agrupaciones y juegos de escala que responden al lugar de exposición. La colocación y selección del material parten de una elaboración atenta, siempre buscando referencias cruzadas y asociaciones que desvelan sutiles correspondencias. Como escribe Brigitte Kölle: “crea nuevos espacios para pensar”. Las propuestas elaboradas por el artista nos abren nuevas percepciones sobre los patrones, estructuras, las irregularidades o el orden que conforman el mundo natural. 
A principios de los setenta, Downsbrough utilizó la fotografía para documentar los diferentes puntos de vista de su obra escultórica, las series de imágenes resultantes servían para la documentación del espacio y la percepción en relación a los diferentes movimientos del espectador tal y como se observa en el primer libro que publicó conteniendo imágenes: «Two Pipes Fourteen Locations» de 1974.