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Tutoriales – Página 2 – Barcelona Photobloggers

Notas sobre gestión de color (I): perfilando perfiles

A petición de David, con este post inauguro lo que pretende ser una pequeña serie de anotaciones sobre el magnífico y apasionante tema de la gestión de color. Es decir, sobre espacios de color, perfiles, monitores, cámaras, y por qué a veces no vemos lo que supuestamente creemos que vemos.

Vaya por delante que me he pasado horas leyendo sobre el tema, y cuanto más sé, menos lo entiendo. Así que mi propósito es intentar ofrecer cuatro pinceladas teóricas (esperando no decir ninguna burrada), pero ante todo, ofrecer algunos consejos prácticos. Resumiendo, os recomiendo que hagáis lo que yo: no intentéis entenderlo, basta con creerlo y punto.

Y dicho esto, pasemos al tema de hoy: el de la calibración y el perfilado del monitor.

Antes de ni siquiera intentar esbozar ningún concepto sobre espacios de color o rendering intents, es primordial que cumplamos un paso previo: el monitor tiene que estar mínimamente en condiciones, para estar seguros de que estamos viendo lo que creemos ver. Si el monitor no está calibrado y perfilado, es posible que el día que veamos una foto en otro monitor que no sea el nuestro quedemos horrorizados: esa foto en blanco y negro que nos parecía muy contrastada resulta ser gris y apagada. O, lo que es peor, un rojo que creíamos profundo carmesí resulta ser rosa.

Un monitor, tal como viene de fábrica, está ajustado para reproducir los colores de la forma más fiel posible -aunque nunca lo hace a la perfección. Además, con el tiempo va «perdiendo facultades», y puede desviarse mucho de los ajustes originales.

Imaginemos que la imagen que nos muestra nuestro monitor tiende hacia el verde; pero no lo veremos, porque el monitor está mal calibrado. A nosotros nos puede parecer que los tonos verdes están más bien apagados. Para darle más vida a la imagen, ajustaremos el color de la misma para que el verde sea más intenso, hasta que en nuestro monitor nos parezca perfecto. Sin embargo, cuando enviemos esa misma imagen a un compañero que tenga un monitor bien calibrado, ese fantástico verde le parecerá horrendamente hipersaturado. El motivo es que los errores en la calibración de nuestro monitor enmascaran los verdaderos problemas de color de la imagen.

Para salir de la ignorancia, deberemos calibrar y perfilar el monitor.

    • Calibrar un monitor es el primer paso en la buena dirección: consiste en ajustar los valores de brillo, contraste y temperatura del color usando los botones del monitor, a fin de lograr ver un blanco puro y un negro puro, y todos los estadios intermedios entre ambos. Al calibrar el monitor, lo que hacemos es ajustarlo a un determinado estado de funcionamiento.
  • Para realizar una calibración sencilla del monitor se puede recurrir a pequeñas utilidades como esta. Sin embargo, con eso no es suficiente. Si lo que queremos es contrarrestar esa pérdida de facultades y estar seguros de que el color que vemos es el color real, debemos crear un perfil para ese dispositivo que le indique al ordenador las capacidades del monitor.

    • Perfilar un monitor consiste en utilizar un pequeño aparato llamado colorímetro que se coloca en la pantalla, y lee el color que reproduce el monitor. El software del colorímetro se encarga de medir todos los valores característicos de reproducción del color de ese monitor en concreto, y al terminar crea un perfil ICC (un pequeño archivo que se guarda en el sistema operativo). En definitiva, el perfil del monitor son como unas gafas, que indican fielmente cuáles son las capacidades del monitor y compensan su forma de responder al color.
  • Existen varios packs en el mercado de colorímetros sencillos, cuyo precio ronda los 200 euros. Más información en las webs de los fabricantes respectivos: Gretag MacBeth, X-Rite.

    Otra solución a medio camino es usar Adobe Gamma, que viene con Photoshop. Es una pequeña aplicación que hace las veces de calibrador, aunque sin un colorímetro -su funcionamiento se basa en el «ojo» del usuario. Más información sobre Adobe Gamma en español aquí.

    Cuando hayamos creado un perfil para el monitor, podremos estar seguros de que si vemos un rojo carmesí, será rojo carmesí; tendremos unas flamantes gafas invisibles que nos garantizan que el monitor nos está enseñando el color que dice enseñarnos. Moraleja: si quieres adentrarte en la gestión de color para poder imprimir fotos o publicarlas en la Web con unas mínimas garantías sin tener que ir a ciegas, calibra y perfila tu monitor. Sólo entonces podrás pisar tierra firme cuando hablemos de sRGB, RGB, ProPhoto o RAW.

    Este principio de los perfiles también es aplicable a otros dispositivos de entrada y salida, como los escáners o impresoras. De hecho, la mayoría de estos dispositivos suelen incluir perfiles de color, que pueden simplificar mucho la interacción entre ellos. Si tenemos el monitor perfilado, el hecho de contar también con los perfiles de distintos papeles para una impresora doméstica, por ejemplo, nos puede ayudar a emular en pantalla el resultado impreso utilizando un software color aware («consciente del color»), como es el caso de Photoshop. Pero me temo que eso es otro capítulo…

    Descentrables en Photoshop

    Los que sigan la actualidad de la fotoblogosfera, seguro que estos últimos días han oido hablar de un curioso tutorial que explica cómo imitar el efecto de un objetivo descentrable en Photoshop.

    (c) Christopher PhinUna breve acotación para los que no conozcan los objetivos descentrables: dícese de aquellas lentes que permiten una serie de movimientos con respecto a su propio eje para reproducir los movimientos de las cámaras de gran formato. En inglés se suelen denominar lentes tilt & shift, por los dos tipos de movimientos más comunes: inclinación y descentrado. También se las conoce como lentes de control de la perspectiva por su amplio uso en fotografía de arquitectura para corregir el efecto de convergencia de las líneas (mediante el movimiento de descentrado o shift). Si el movimiento que se aplica es el de tilt o inclinación, se puede lograr tener un control casi absoluto sobre la profundidad de campo al mover los tres planos del principio de Scheimpflug. Fin de la acotación -espero no haber metido la pata.

    A pesar de su gran potencial, el principal inconveniente de este tipo de objetivos (sí amigos, lo han adivinado) es su precio. Canon tiene tres modelos (uno de 24, otro de 45 y otro de 90 mm, respectivamente) y todos superan los 1.000 euros. Las tan promocionadas lensbabies vienen a ser una lente descentrable «a lo bruto», con control manual y por poco más de 100€. Hay algún otro tutorial por la red que explica cómo transformar objetivos normales «a lo lensbaby», como este de Digihack o este de John -alias orbit1.com.

    Pero a lo que iba: la aparición del antedicho tutorial sobre cómo imitar el efecto de este tipo de lentes en Photoshop ha provocado que muchos se lancen a probarlo (yo todavía no he tenido el gusto) y que aparezcan cientos y cientos de imágenes con la misma técnica en muchos fotoblogs. Lo divertido del asunto es que permite que imágenes de paisajes (preferentemente tomadas desde un ángulo alto) parezcan miniaturas, al dejar sólo enfocada una pequeña parte de la imagen. El artículo se anunció en Boing Boing e incluso hay un grupo de flickr dedicado al tema. Y con los seguidores… llegaron también los detractores.

    La cuestión ha suscitado controversia y debates más o menos acalorados entre los partidarios de la fotografía «de verdad», de lo analógico, del gran formato; de aprender haciendo experimentos en la vida real; y los partidarios de lanzarse a la última moda y explotarlo hasta la saciedad -no es más que otro truquillo de Photoshop. A mí, personalmente, me parece algo grande. Me parece fantástico que existan estos trucos (como también los hay para imitar el «efecto lomo», para virar una imagen o imitar un aspecto antiguo, o cualquier otra cosa), y me parece aún más fantástico que la gente los comparta en Internet.

    Leí algún comentario de alguien que, sabiamente, decía que no hay para tanto. Que efectivamente es un coñazo que todo el mundo se ponga a imitar lo mismo, todos de golpe; y que de algún modo desmerece a lo auténtico. Pero que, al fin y al cabo, cualquier cosa deriva de otra anterior, y que estas modas terminan convirtiéndose en peldaños de una escalera infinita -la que subimos y bajamos los que nos gusta la fotografía. Yo también me lo pasé (y me lo paso) en grande probando técnicas varias, y me imagino que forman parte de un proceso de aprendizaje y de búsqueda de un estilo propio; es como quien aprende a hablar, que tiene que practicar palabreja a palabreja. Vaya por delante que a mí me encanta todo lo analógico, y el gran formato, y el medio, y los procesos invertidos y cruzados y todo lo demás. De todos modos, si en algo estoy de acuerdo es que no creo que la cámara (o la técnica, o el Photoshop) haga al fotógrafo.