Los que sigan la actualidad de la fotoblogosfera, seguro que estos últimos días han oido hablar de un curioso tutorial que explica cómo imitar el efecto de un objetivo descentrable en Photoshop.
Una breve acotación para los que no conozcan los objetivos descentrables: dícese de aquellas lentes que permiten una serie de movimientos con respecto a su propio eje para reproducir los movimientos de las cámaras de gran formato. En inglés se suelen denominar lentes tilt & shift, por los dos tipos de movimientos más comunes: inclinación y descentrado. También se las conoce como lentes de control de la perspectiva por su amplio uso en fotografía de arquitectura para corregir el efecto de convergencia de las líneas (mediante el movimiento de descentrado o shift). Si el movimiento que se aplica es el de tilt o inclinación, se puede lograr tener un control casi absoluto sobre la profundidad de campo al mover los tres planos del principio de Scheimpflug. Fin de la acotación -espero no haber metido la pata.
A pesar de su gran potencial, el principal inconveniente de este tipo de objetivos (sí amigos, lo han adivinado) es su precio. Canon tiene tres modelos (uno de 24, otro de 45 y otro de 90 mm, respectivamente) y todos superan los 1.000 euros. Las tan promocionadas lensbabies vienen a ser una lente descentrable «a lo bruto», con control manual y por poco más de 100€. Hay algún otro tutorial por la red que explica cómo transformar objetivos normales «a lo lensbaby», como este de Digihack o este de John -alias orbit1.com.
Pero a lo que iba: la aparición del antedicho tutorial sobre cómo imitar el efecto de este tipo de lentes en Photoshop ha provocado que muchos se lancen a probarlo (yo todavía no he tenido el gusto) y que aparezcan cientos y cientos de imágenes con la misma técnica en muchos fotoblogs. Lo divertido del asunto es que permite que imágenes de paisajes (preferentemente tomadas desde un ángulo alto) parezcan miniaturas, al dejar sólo enfocada una pequeña parte de la imagen. El artículo se anunció en Boing Boing e incluso hay un grupo de flickr dedicado al tema. Y con los seguidores… llegaron también los detractores.
La cuestión ha suscitado controversia y debates más o menos acalorados entre los partidarios de la fotografía «de verdad», de lo analógico, del gran formato; de aprender haciendo experimentos en la vida real; y los partidarios de lanzarse a la última moda y explotarlo hasta la saciedad -no es más que otro truquillo de Photoshop. A mí, personalmente, me parece algo grande. Me parece fantástico que existan estos trucos (como también los hay para imitar el «efecto lomo», para virar una imagen o imitar un aspecto antiguo, o cualquier otra cosa), y me parece aún más fantástico que la gente los comparta en Internet.
Leí algún comentario de alguien que, sabiamente, decía que no hay para tanto. Que efectivamente es un coñazo que todo el mundo se ponga a imitar lo mismo, todos de golpe; y que de algún modo desmerece a lo auténtico. Pero que, al fin y al cabo, cualquier cosa deriva de otra anterior, y que estas modas terminan convirtiéndose en peldaños de una escalera infinita -la que subimos y bajamos los que nos gusta la fotografía. Yo también me lo pasé (y me lo paso) en grande probando técnicas varias, y me imagino que forman parte de un proceso de aprendizaje y de búsqueda de un estilo propio; es como quien aprende a hablar, que tiene que practicar palabreja a palabreja. Vaya por delante que a mí me encanta todo lo analógico, y el gran formato, y el medio, y los procesos invertidos y cruzados y todo lo demás. De todos modos, si en algo estoy de acuerdo es que no creo que la cámara (o la técnica, o el Photoshop) haga al fotógrafo.