La Casa Elizalde inaugura el proper dijous 12 de maig a les 19 h l’exposició «Ens fem una foto? Fotografia domèstica als anys 30».
La mostra vol ser un reconeixement al valor documental de la fotografia familiar o d’àmbit domèstic en els anys del seu primer apogeu: la dècada de 1930. Fetes al carrer o a casa, íntimes i personals, les imatges constitueixen un contrarelat visual de la vida quotidiana a l’Eixample que complementa o contradiu l’imaginari que s’ha consolidat entorn de la Segona República gràcies a la força de la premsa gràfica i del cinema.
Barcelona experimenta un increment de les pràctiques i els usos fotogràfics des de mitjan anys vint. Gairebé un segle després d’inventar-se, la fotografia s’havia democratitzat fins al punt que la majoria dels barcelonins, fossin de la condició que fossin, podien autorepresentar-se. A partir d’aquest, moment la fotografia és accessible a grups socials més modestos i, sobretot, més joves.
Proliferaran sistemes econòmics i fàcils de fer-se fotografies, com el photomaton, o cabina de fotografia instantània. Els fotògrafs de carrer, cinetristes o minuters, ocuparan les grans artèries de la ciutat i la fundació de l’Agrupació Fotogràfica de Catalunya representarà un gran impuls per a la fotografia amateur. Els temes principals de les fotografies de les classes urbanes són el lleure i l’entreteniment al camp o a la ciutat. Les escenes es repeteixen: excursions, estiueig, jocs en terrats i balcons, el retrat al Tibidabo o al Parc de la Ciutadella.
Entre un cert sentit de consciència històrica i la necessitat d’una quotidianitat al més normal possible, les fotos de casa testimonien noves pràctiques urbanes i culturals i, sobretot, nous protagonistes, en uns anys conflictius marcats per profunds canvis polítics i socials.
Data: Del 12 de maig al 21 de juny de 2016
Lloc: Centre Cultural La Casa Elizalde, C/ València 302, 08009 Barcelona (mapa)
Preu: Entrada gratuïta


Jacques Léonard fue un fotógrafo francés casado con una gitana. Más extranjero, imposible, y esto le permitió quedar al margen de las retóricas de sus coetáneos y de unas complicidades muy barcelonesas. Pero esta extranjería también tuvo un coste: el aislamiento y, finalmente, cuando en 1972 trasladó su residencia al nuevo barrio de la Mina con su familia de adopción, que era la gran familia gitana, e! olvido. Su práctica fotográfica personal nunca buscó el tópico folclórico español, ni inspirar ninguna compasión, como tampoco tenía la voluntad de significar un posicionamiento político. Los significados más claros de sus fotografías son el documental y la dignificación de la cultura gitana, y posiblemente este fue uno de los motivos por los cuales su trabajo no tuvo nunca ninguna visibilidad. Barcelona ha dignificado un panteón con los fotógrafos que han narrado de una determinada manera la ciudad. Es necesario revisar este panteón y reconstruir otras narraciones que hasta ahora han sido invisibles.
La muestra reúne una quincena de fotografías en blanco y negro de los dos géneros que Cunningham trató de forma más amplia durante toda su carrera: las flores y los retratos. La selección muestra cómo la autora utilizó la luz natural y la composición de ambientes para crear delicadas, íntimas y sensuales fotografías.
Este es el diario de un viaje. En 2009 nace la primera hija de Llovet. Poco a poco se da cuenta de que no se puede ser padre sin volver a ser hijo, por lo que cinco años después trata de cohesionar estos dos roles a través de la fotografía, en busca de su propia identidad: se adentra en el bosque porque es allí donde vibran sus recuerdos, y donde resuenan realidades tan lejanas en el tiempo y en el espacio como cercanas emocionalmente. Pero la memoria es tan caprichosa como escurridiza y el paso de los años empuja las verdades hacia el olvido y potencia la imaginación.
La serendipia, lo fortuito, un hallazgo inesperado y afortunado, es el punto de partida de la historia de Victor Lustig. Éste llegó a París en el año 1925 procedente de los Estados Unidos dónde se había dedicado a la estafa profesional. Dispuesto a seguir con su carrera, la idea para un nuevo golpe le llegaría de forma totalmente azarosa: mientras hojeaba un periódico dio con una noticia que se lamentaba sobre el deterioro de la Torre Eiffel y los costes de mantenimiento que esto suponía para al ayuntamiento de la ciudad. Inmediatamente puso en marcha una de las mayores estafas de la historia: la venta de la Dama de Hierro.
Por un lado encontramos el aspecto histórico del retrato. Patricio nos lleva a reflexionar sobre para quién y con qué motivo se hacían los retratos, con qué viso de notoriedad y reflejo de aquel excepcional para la posteridad. Esta selección dejaba fuera a muchos individuos que no han dejado rastro de su apariencia. Este aspecto cambia hasta el extremo contrario en la actualidad con democratización de la imagen y su sobre-exposición y difusión en todos los ámbitos posibles.
«Essence du Bénin» es un proyecto documental que se adentra en el vasto entramado del tráfico ilegal de gasolina (essence, en francés) de Nigeria a Benín, un país que no cuenta con estaciones para abastecer a una población cuyo principal medio de transporte es la motocicleta. Ante esta necesidad emerge una suculenta oportunidad de negocio. En pocas décadas la compra-venta de gasolina se ha convertido en la primera actividad económica –sumergida– del país y los grandes capos traficantes son ya los jefes de todo. Los políticos se rinden a sus pies y la policía hace la vista gorda a cambio de unas cuantas CFA, la moneda beninesa. Mujeres, discapacitados, jóvenes universitarios e incluso niños dependen de esta actividad, ya que es una de las pocas alternativas de trabajo con que cuentan para tirar adelante a sus familias. Todos ellos se exponen al peligro de las explosiones provocadas por algún pequeño accidente y que han causado centenares de muertes en los últimos años, así como a los gases nocivos que desprende la gasolina, con nefastas consecuencias para la salud. Los tentáculos de la red de los contrabandistas llegan a todos los rincones de la sociedad beninesa que por sí sola no puede hacer frente a una problemática que se extiende más allá de sus fronteras. La única salida posible es que todos los actores implicados pongan de su parte para detener esta actividad, pero de momento no se vislumbra una solución, al menos, a corto plazo.