Kowasa Gallery abre la temporada 2009-2010 con “Espacios imaginarios”, una exposición colectiva que reúne trabajos fotográficos de Yamamoto Masao, Israel Ariño, Isabel Mata de Vivero, Patricia Bofill y Aleydis Rispa.
La exposición examina el modo en que ciertas fotografías “minimizan” sus efectos para establecer con el espectador una relación intimista e introspectiva fomentada en la sutileza. Elementos como la perspectiva lejana y el pequeño formato, junto con la ausencia de nitidez a favor del desenfoque, de la distorsión y de la alteración parcial del horizonte fotográfico, llevan la diégesis fuera de las esferas de lo figurativo y lo real, plasmando fotografías equivalentes a poemas visuales.
Desistiendo de la aspiración de la fotografía contemporánea a volcarse en torno a la monumentalidad, los trabajos incluidos en esta muestra no tratan de imponerse a nuestros sentidos, sino que invitan a nuestra mirada a apropiárselos y a adentrarse en su universo. No enseñan, sino que sugieren. No representan, sino que apuntan más allá del horizonte fotográfico. No validan, sino que interrogan y trascienden la superficie de la imagen. Como ecos de un mundo de ensueño, apelan a un misticismo universal. Como si de objetos con unas propiedades físicas determinadas se tratara, entrecruzan las aguas cristalinas de la emotividad y la imaginación y generan nuevos espacios para la creación, la contemplación y la experiencia de lo fotográfico.
Las fotografías del artista japonés Yamamoto Masao poseen el aura de un objeto entrañable. Fruto de un minucioso proceso artesanal que implica el positivado y los baños en té y sepia en el laboratorio y la posterior intervención manual, dan cuerpo a las inquietudes filosóficas y espirituales de su autor. En su primera exposición en nuestro país, Yamamoto Masao presenta «Kawa», su serie más reciente. En Kawa, las fotografías se convierten en ventanas para la contemplación del espacio que existe entre la vida antes y después de la muerte, entre lo humano y lo divino. A la vez, las mismas fotografías, repletas de escenas de la naturaleza y de sus partículas —nubes, montañas y animales— constituyen un diario que ilustra la manera en que los lazos del hombre con el mundo se materializan en las transiciones de la naturaleza. Las imágenes de Masao irradian una belleza sin precedentes. Su sutileza las convierte en objetos intangibles, evocadores de un lirismo alumbrante, lo más parecido a la poesía haiku.
De un modo similar, Maribel Mata envuelve sus «Paisajes invisibles» con la bruma del crepúsculo. El silencio enigmático del bosque, junto con el carácter efímero y fugitivo de las cuatro estaciones del año, recrean imágenes impregnadas de sensibilidad y, al mismo tiempo, de fragilidad, que sugieren una realidad fuera de lo perceptible. Mediante este cuento indecible, Mata propone una reconstrucción muy personal e íntima del cosmos natural. Su acercamiento aparentemente paisajístico restituye la naturaleza no como un espacio vinculado a la memoria individual sino como una experiencia de ensoñación derivada de un estado híbrido fuera del “yo”.
Para Israel Ariño, la fotografía es el arte de un encuentro, una extraña alquimia entre lo inesperado, lo misterioso y lo atemporal. Su obra es una constante alusión a la pérdida, a la muerte, a ese deseo singular de no querer desaparecer. En la construcción de sus imágenes existe un cierto poso de influencia literaria, un cierto gusto por contar historias a través del lenguaje propio de la fotografía y de una atmósfera determinada. También se aprecia un especial interés en la vertiente más artesanal de la fotografía, en su aspecto más físico, como se puede observar en su serie «Crónicas de un desembarco».
En el otro extremo de la figuración y la narratividad, la exposición se complementa con dos trabajos que se alimentan de la opacidad de la imagen y de su superficie para desvelar nuevos espacios y para reconducir la percepción hacia nuevas dimensiones.
En la serie «Luz que habita», de Patricia Bofill, figuras, formas arquitectónicas y demás elementos geométricos se ven invadidos por una luz que impone su quietud y torna visible lo invisible. Los contrastes entre los objetos iluminados y la profundidad del negro hacen hincapié en la vacuidad del espacio, constatando la capacidad de la imagen para existir no solo fuera del espacio y el tiempo sino también fuera de su propia literalidad, en una dimensión ajena y desconcertante donde no hay cabida para el lenguaje.
En el caso de Aleydis Rispa, la premisa de adentrarse en la superficie fotográfica llega a sus límites. Su serie «El estado de las cosas» se compone de fotogramas directos, generados a partir de negativos de película en los que no hay ninguna imagen registrada. Rispa reconduce estas “no-imágenes” hacia un nuevo contexto. El “vacío” de la imagen, la ausencia de sujeto, se ordenan como un collage para generar figuras que aluden a las estructuras arquitectónicas de la “ciudad dormitorio” actual. Materializar un nuevo espacio ficticio para relaciones y contemplaciones a partir una “matriz” que en realidad no existe es convertir en figurativo lo no-figurativo. Al contrario que en el caso de Patricia Bofill, aquí la imagen abstracta se literaliza adquiriendo una nueva emotividad, sugerente y evocadora.
Fecha: Del 18 de septiembre al 28 de noviembre de 2009
Lugar: Espacio 1 de Kowasa Gallery, C/ Mallorca 235, 08008 Barcelona (mapa)
Precio: Entrada gratuita