Desde los inicios de las antiguas civilizaciones, el ser humano siempre ha buscado un sitio donde asentarse y desarrollarse, estos asentamientos fueron el prototipo de ciudades antiguas y a su vez, la base que ha dado paso a fundar lo que conocemos hoy como la ciudad moderna.
El hombre moderno se desarrolla en estas grandes ciudades motorizadas, en esa fauna asfáltica donde desplazarse bajo tierra o sobre ella, es un recurso primordial.
Transcurrimos nuestro tiempo en esos espacios llamados los no lugares, somos como espectros en movimiento que van de un sitio a otro mirándonos los unos a los otros recordando imágenes borrosas, compitiendo con los demás, andando contra reloj como un rebaño donde las vestimentas y las marcas son indicadores de cierta identidad y traspasan una posible pluriculturalidad social.
Esta gran masa gris, cambiante, veloz y ruidosa, que al mismo tiempo nos cautiva pero también nos absorbe, se extiende rápidamente a través de sus monumentales construcciones y redes viales unas veces más otras veces menos ordenadas, llegando cada ves más a lugares que en sus inicios, eran ajenos a la urbe invadiendo la reserva.
Pero es ahí donde crecemos, vivimos, o mejor dicho, nos aventuramos día a día en una forma de supervivencia y riesgo como en el caso de algunas ciudades.
Es en ese escenario donde nos nutrimos y suceden las cosas, la globalización, las manifestaciones sociales, la tecnología; son algunos ejemplos de ello, como dijo Rem Koolhaas “la ciudad es lo único que tenemos”, es en ella donde suceden las cosas del mundo, donde habitamos, donde se reconstruye el paisaje urbano una y otra ves, ya sea por tuberías, edificios o enlaces de transporte, esto es interminable.
Nuestra necesidad de habitar el espacio ha sido causa de muchos conflictos ya conocidos en la historia misma, invasiones y guerras. Hoy día tenemos la necesidad de tener nuestro espacio, un refugio donde calmar nuestras ansias personales, pero esta necesidad se frustra dentro del desarrollo industrial de la construcción debido a la gran especulación de las propiedades de los espacios que de alguna manera son “inexistentes” ya que se construyen en el aire.
Con este trabajo el fotógrafo Fabián Castillo quiere mostrar aquellos espacios urbanos que en su experiencia, son lugares en tránsito que transforman el paisaje urbano debido a la construcción de esos lugares habitables llamados multifamiliares.
Sin más la palabra “Construir” puede aludirnos a cuestiones de orden, creatividad, realizar o hacer algo armónico para un fin en específico, pero en este caso no cumple tal cometido si tomamos en cuenta que dentro de su proceso de “construcción”, las molestias y alteraciones en el ambiente son devastadoras.
Es por eso que la construcción resulta una metáfora, ya que busca un orden y estabilidad en el mismo, pero en su proceso lo modifica y lo altera de tal manera que va construyendo el paisaje habitual donde el ser urbano nace, crece se desarrolla y muere.
Fecha: Del 13 de diciembre de 2011 al 14 de enero de 2012
Lugar: Associació fotogràfica il mondo, C/ Calàbria 178, 08015 Barcelona (mapa)
Precio: Entrada gratuita