Toda fotografía, como escribió Roland Barthes, ‘es un certificado de presencia’, lo que vemos ‘ha estado absoluta e irrecusablemente presente, y sin embargo ha sido ya diferido’. Está y no está; o está pero sumergido en su propia imagen.
‘Después del objeto viene la imagen’, observó Maurice Blanchot. ‘La cosa estaba ahí, la atrapamos en el momento vital en que iba hacia algo, pero en el instante en que se ha vuelto imagen ha dejado de estar a nuestro alcance, ha dejado de ser nuestra contemporánea’. Se ha vuelto, pues, la presencia de una ausencia o, dicho de otro modo, la aparición de algo que ha desaparecido. Lo mismo puede aplicarse a la persona que aparece retratada, se parece en todo a sí misma y, sin embargo, no es ella; es como el cadáver, su propia imagen. No es, por ello, descabellado pensar en la Fotografía como una suerte de cementerio donde cada toma es un pequeño monumento funerario, donde se cuenta la historia de aquello que ha sido.
Para su nueva exposición en ProjecteSD Iñaki Bonillas toma prestado el título del célebre libro de cuentos de M. R. James, «Historias de fantasmas de un anticuario», con el propósito de abordar la fotografía desde la perspectiva de Barthes y Blanchot, y presentarnos tres ‘historias de fantasmas’, tres estudios en torno a la (no)persistencia de la imagen y su naturaleza espectral.
La primera de estas exploraciones, «Los ojos», reúne doce fotograbados de retratos extraídos del archivo JR Plaza en los que el retratado se resiste a mirar a la cámara. Este trabajo está relacionado con la inquietud que provoca que la persona fotografiada sea capaz de ‘ver’. Una inquietud que se acrecienta cuando el retratado nos niega lo que tiene en común con los vivos: la mirada. La distancia, de por sí insalvable entre nosotros y esa persona, ese fantasma sumido en un más allá de la imagen, se acentúa. El retratado no nos ve pero nosotros tampoco a él: se ha escapado detrás de sus ojos. La cualidad espectral de esta pieza se intensifica al ser presentada a partir del negativo fotográfico, calificado por el poeta Robert Desnos como el verdadero espectro, el único capaz de merodear de foto en foto.
La serie «Tineidae», nombre en latín de la familia de las polillas, es el resultado de someter un grupo de fotografías del archivo JR Plaza a la acción de las polillas de la ropa. Según indica el diccionario, el término polilla ‘puede ser aplicado a cualquier cosa que destruya algo lenta e instintivamente’ como, por ejemplo, el tiempo. Blanchot afirmaba que la imagen sigue al objeto: ‘es lo que queda de él, lo que nos permite tener todavía algo de él cuando ya no haya nada’. Sin embargo, la imagen fotográfica no es eterna. ‘Incluso si ha sido fijada sobre los soportes más resistentes’, decía Barthes, ‘no es por ello menos mortal: como un organismo viviente, nace a partir de los granos de plata que germinan, alcanza su pleno desarrollo durante un momento, luego envejece’. Al ser atacada por la luz, por la humedad, ‘empalidece, se extenúa, desaparece; no queda más que tirarla’. Esta naturaleza temporal, perecedera, la vincula con la frágil condición de la memoria humana, especialmente cuando la fotografía se utiliza para substituir el recuerdo original de un suceso.
La tercera serie mostrada es una reflexión acerca de la relación entre la Historia, el otro territorio por excelencia de los fantasmas, y la Fotografía. La memoria histórica positivista aprovechó el efecto de realidad de la fotografía para dar la ilusión de proximidad y de transparencia a los sucesos del pasado. Todos crecimos con la idea de que el pasado, como dice Barthes, ‘es tan seguro como el presente, porque lo que se ve en el papel es tan seguro como lo que se toca’. Nuestros libros de texto son eso: álbumes de familia. Y, sin embargo, no hay quizá una prueba más clara de que el testimonio de la fotografía es tan fugaz como el oral, que las páginas vacías de un álbum de estampas que nunca será llenado; que una historia que no será contada porque es la de un país que ya no existe. Expuesta sobre mesas, la serie «Checoslovaquia» presenta imágenes de páginas de un antiguo álbum publicado en el extinto país. La particularidad reside en que los espacios previstos para pegar las estampas siguen estando tal y como se encontraron: en blanco. Únicamente se han alterado los textos. Bonillas les ha dado un orden, o quizás un desorden universal, el alfabético, para que cualquiera pueda leer o ver en esos vacíos su propia historia.
Fecha: Del 16 de septiembre al 6 de noviembre de 2010
Lugar: Galería ProjecteSD, Passatge Mercader 8 – Baixos 1, 08008 Barcelona (mapa)
Precio: Entrada gratuita