Álvaro Sanchez-Montañés es un fotógrafo que a pesar de las apariencias no elabora las escenas que nos presenta, como hacían algunos “performers” de los años 60 y 70. El registro fotográfico que vemos, en el caso de Álvaro, es efectivamente el testimonio de una acción ocurrida en su entorno casualmente vista y capturada en el momento preciso, tal como clásicamente han hecho los fotógrafos, especialmente los humanistas franceses, o los fotoreporteros en general. Eso es lo que da lugar a imágenes como la de un perro saltando desde un muro, capturado al vuelo, mientras su amo le instruye para que ejecute el ejercicio. La escena posiblemente pasaría desapercibida a un observador distraído pero no para Álvaro. La imagen podría hacer pensar en un acto “creado” para ser fotografiado. Ciertamente hizo falta la colaboración del animal saltando en varias ocasiones pero la intervención del fotógrafo es la de un simple “bystander” que casualmente se ha fijado en la acción. Ha seleccionado una posición y un ángulo y la imagen obtenida se ha escogido entre las pocas que el tiempo de la acción ha permitido, siendo el resultado final el de una ”imagen de calle” espontánea y divertida. Lo mismo ocurre con la escena de un joven haciendo una pirueta en una playa o el posado aparente de un personaje de origen africano frente a una señal de stop a su lado o aún la cabeza de espalda de un perro frente a un bunker que parece un monstruo salido del mar con rostro desafiante.
En otras ocasiones el fotógrafo parece estar a la espera de determinados sucesos previamente visualizados para capturarlos también en un instante en que se alcanzan determinados “clímax” que le han hecho sentir una emoción que trata de transmitirnos como por ejemplo la que produce un avión en el momento de su aterrizaje tomado justo desde tierra a poca distancia o la de una playa iluminada durante la noche sin sus bañistas o la de un lago de aguas calientes y humeantes de vapor en Islandia. Así pues, al contrario de lo que es frecuente hoy en día en la fotografía contemporánea, Álvaro no elabora estrategias creativas sofisticadas para obtener imágenes de impacto sino que tiene una mirada de clásico fotógrafo solitario ojo avizor de aquello que pasa a su alrededor para capturarlo y presentárnoslo.
En algunas ocasiones podría decirse también que le tienta la catalogación como históricamente hicieron Bern y Hilla Becher y su legión de seguidores, así encontramos fotografías de arquitecturas modestas y anodinas, de casitas situadas en espacios desolados de Islandia y que pasarían desapercibidas si no fuera porqué el fotógrafo las ha registrado apreciando su protagonismo en el paisaje que las rodea y componiendo con ellas un pequeño catálogo de gran belleza visual.
Nada escapa a la mirada de Álvaro Sanchez-Montañés que llega incluso a fijarse en espacios sórdidos con objetos y escenografías visualmente poco atractivas para transformarlas a través de su particular punto de vista en composiciones paisajista
sumamente interesantes, cumpliendo perfectamente el principio de que para el arte y en particular para la fotografía todos los temas son válidos si la sensibilidad de una mirada es capaz de extraer lo que la mayoría no veríamos en directo sin su intermediación ya que el verdadero artista nos lo “re-presenta”. Fijémonos sino en los nocturnos interiores de unas calles de Shangai para apreciar ésta capacidad transformadora y “re-presentadora” de Álvaro que convierte cosas de apariencia banal en objetos de gran presencia estética en sus composiciones, véanse como ejemplo unos sacos en la trastienda de un anónimo restaurante. Así mismo es capaz de magnificar un paisaje desertizado en otro de resonancias surrealistas, espacios fantasmagóricos y silenciosos donde la vegetación devastada parece clamar al cielo por alguna bienaventuranza y llenos de luz sin embargo, ved sino sus “Paisajes Mínimos” o su serie “Indoor Deserts”.
Finalmente aquello que es magnificente lo registra también con mirada serena y sin recrearse en la grandiosidad monstruosa de una aglomeración urbana como la de Shangai donde el smog de la ciudad adquiere tonalidades grisáceas que también transfiguran el paisaje de los rascacielos en un mosaico de arquitecturas amables de rara belleza . El mismo paisaje desde la costa se ve dulcificado por la presencia colorista de un navío destartalado de color rojizo que armoniza perfectamente con el gris dominante de los rascacielos y el azul del agua del mar y es que Álvaro Sanchez-Montañés es también un muy buen seguidor de los maestros del color en la fotografía contemporánea con Eglestton y Shore a la cabeza ya que gracias al color sus imágenes alcanzan contrastes visualmente mucho mas atractivos que los que tal vez tendrían en blanco y negro. En definitiva estamos delante de un fotógrafo que ha estado atento a la paleta de colores que dan los elementos que componen el estudium fotográfico y que lo puntúan haciéndolo más atractivo a la mirada del espectador.
Fecha: Del 1 de diciembre de 2009 al 20 de enero de 2010
Lugar: Galeria Valid Foto, C/ Buenaventura Muñoz 6 – baixos dreta, 08018 Barcelona (mapa)
Precio: Entrada gratuita
Una exposición muy, muy recomendable!